02/12/2014
La primera referencia escrita relativa a la enseñanza en Las Torres de Cotillas data de finales del siglo XVIII. Así, el 13 de enero de 1796 el Concejo de Cotillas solicitaba al obispo de la diócesis de Cartagena que nombrase maestro de primeras letras para este pueblo al sacristán Vicente Rubio “hábil para este cargo”. Sabemos, por consiguiente, que la escuela dependía del Concejo quien estaba obligado -tal como hemos visto- a procurar los medios necesarios de todo tipo, incluyendo la remuneración del maestro. Este recibía emolumentos de un determinado número de niños de paga y se comprometía a impartir enseñanza a los pobres de forma gratuita. Además estaban obligados a residir en el municipio y haber acreditado su aptitud para el puesto, es decir, aprobación del Concejo, adecuada formación, limpieza de sangre, probada vida moral y de orden. El sueldo ascendía a unos 150 reales, de ahí las insistentes peticiones de subida de los maestros al ayuntamiento y la negativa de éste por falta de medios económicos.
La siguiente noticia es de abril de 1836, fecha en la que se convocó plaza de maestro con una dotación de tres reales diarios que se pagarían de los fondos municipales, dinero al que se añadirían las retribuciones de algunos niños pudientes. Los aspirantes fueron examinados y hubieron de presentar informe sobre su moral y buenas costumbres emitido por su párroco, una Fe de bautismo y declaración de adhesión a la reina. Ganó la plaza Juan José Sánchez. Alrededor de 1846 se menciona en la localidad la existencia de una sola escuela, para niños, que estaba dotada con 1.600 reales anuales. A partir de 1858 se habla de dos: una para niños y otra para niñas. Mientras tanto los locales utilizados como escuelas eran alquilados a sus dueños: marqués de Corvera y familia D’Estoup, a quienes se pagaba por el arriendo.
En otro orden de cosas es fácil entender que transcurrieran meses y meses sin que se atendiesen compromisos de pago como los salarios; tanto era así que en 1875 la Junta Provincial de Instrucción Pública se vio obligada a dar “un toque de atención” al ayuntamiento por el prolongado impago de haberes que padecía el maestro quien, como medida de fuerza, había suspendido las clases temporalmente.
Y en cuanto a las faltas de asistencia hay que comentar que a pesar de la labor de sensibilización realizada por maestros e Iglesia, la pobreza y las necesidades obligan a los padres a valorar más el trabajo de sus hijos que su instrucción de modo que aún en 1889 sólo el 15% de los alumnos tiene menos de 100 faltas a lo largo del curso y algunos superan las 200 ausencias. En 1883 sólo asistían a clase regularmente 38 niños de toda Cotillas y esta cifra es representativa de todo lo que había sido el siglo XIX. Destacan, entre los enseñantes, los casos de Luis Tomás Ortega, que permaneció en el puesto desde 1875 hasta 1901 y el de Rosario Febrero Sandoval que se mantuvo desde 1883 hasta 1908.